El proyecto social que significa profundizar la democracia, llegar a prácticas políticas coherentes con el sentido de comunidad, transparentar la acción pública, elevar los niveles de educación y cultura; en definitiva de dar un salto cualitativo en las relaciones entre los actores sociales, buscando en el fondo construir un espacio público y privado, en los que la integridad del ser humano sea la prioridad, es un anhelo que no tiene dueño.
Después de fundada la República, con su costo de vidas, y en medio de la traición a los gestores de la libertad, se instaló en el Ecuador un nefasto sistema-modelo vinculado con la filosofía y las prácticas aberrantes que señalan, desde los siglos, la superioridad de ciertos clases, ciudadanos, líderes; que serían los encargados de "guiar" al "populacho" hacia el desarrollo. Esta idea se ha mantenido hasta los días actuales, y es en base a ella que los grupos "elegidos" han usado el poder político y económico para desarrollar y concretar sus mezquinos intereses.
Esto ha sucedido siempre. La condición humana de los elegidos ha estado por debajo de las espectativas para llevar a cabo tan elemental tarea.
No es novedad que lo que se ha dado en llamar democracia, no ha sido más que un imenso fiasco, los resultados están en todos los espacios sociales, no cabe enumerarlos por que hacen parte de nuestras prácticas diarias, desde el ciudadano de a píe hasta los altos funcionarios somos parte de esta perversa cadena de irracionalidades.
La llegada al poder de Rafael Correa hizo que muchos creyéramos en que una luz se habría al final del tunel horroroso. Nuevos rostros, daban la esperanza de nuevas prácticas políticas, de nuevos derroteros. A dos años parece que no hay tal cambio. La muestra más clara de que esto es así, son en primer plano las personalidades y su acciones dentro del poder. Nuevamente es recurrente la acción de quienes se creen dueños, superiores, y el resultado es el mismo: arribismo, práctica política pensada desde intereses particulares, falso discurso de izquierda, abandono de tesis vinculadas con los sectores populares, carrera desenfrenada por el dinero, ceguera frente a las necesidades de los pobres. El tablero de ajedrez, las piezas, los movimentos son los mismos; no se ha dado el paso fundamental que era patear el tablero y recontruir la partida. Los alfiles siguen siendo de la derecha y el rey mira a los peones como meras piezas de su poder.
sábado, 17 de enero de 2009
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