Es "costumbre" en nuestro país celebrar como "fechas cívicas" las fundaciones españolas de las ciudades, así el calendario está lleno de estas fechas que son celebradas como fiesta, con eventos, derroche, artistas, música y otras vanalidades. Son días en los que se declara vacación, las familias se divierten, los jovenes aprovechan para consumir en cantidades alcohol, y asi por el estilo, la ciudad "homenajeada" se desborda de actividades.
El seis de diciembre es la fecha de la fundación española de ciudad de Quito, la capital del país, y es la ocación presisa en la que el neocolonialismo hace sus mejores galas, es el momento en el que se deja ver en toda su dimensión la desmemoria colectiva sobre la que están construidos los imaginarios socio-culturales de nuestra sociedad; es también el momento en el que queda escrito con grandes letras nuestra herencia de sumisión, del saqueo de los valores culturales, legados de la historia de nuestros pueblos precoloniales.
Y es que vale la ocasión para cuestionarnos nuestra reacción ante los hechos escritos en la historia en base a la sangre derramada por los pueblos arrancados de su suelo, a quienes la fuerza aplicada por una cultura y religión extranjera, ajena a su naturaleza, los condenó a ser culturas subordinadas por el poder.
¿Cómo, en pleno siglo XXI puede un sociedad festejar un acontecimiento del que deberíamos sentirnos ofendidos, una fecha en la que se fundó una ciudad sobre la masacre, la mentira, el robo, el agravio?
Y para rematar este infortunio, la "celebración" de la capital se da rodeado de simbolismo cargado de significados racistas, excluyentes, irracionales. En las calles se desborda una "alegría" detrás de la cual se esconde una verdad. Algún día nuestros hijos reclamarán el porque les enseñamos a festejar la muerte.
domingo, 6 de diciembre de 2009
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