martes, 2 de marzo de 2010

Ecuador: La hora de radicalizar los cambios


En los tres años y algo más de Gobierno de Correa, queda un saldo negativo para las aspiraciones de los pueblos del Ecuador. Sin poder dejar de señalar ciertas políticas abiertamente contrarias a lo conocido en gobiernos anteriores, y que dan para identificar un sello progresista en el Gobierno, la situación en campos estratégicos del Estado, deja una sensación de continuidad del modelo contra el que la mayoría de ecuatorianos se ha manifestado, mediante el apoyo electoral al movimiento oficialista.
Parece ser que el fantasma de los primeros años de la república ronda hasta estos días, ese fantasma que hace que Gobiernos autoproclamados populares, en el transcurso de su gestión van amoldándose al modelo imperante; las respuestas a tal conducta puede ser la recurrente, esto es, que el verdadero poder está más allá de los gobiernos, que en última instancia no pasan de ser un instrumento de los grupos económicos que son quienes llevan las riendas del destino de la patria, y en la coyuntura actual el asenso de sectores de la clase media abanderados de un discurso de izquierda que actúan dentro de las estructuras del Estado burgués, proponiendo un modelo reformista que prácticamente no rompe con las relaciones de explotación.
Desde el inicio del proceso político que lidera Correa, se pusieron de evidencia las condiciones que determinaban derroteros para que, realmente, este proceso marque la diferencia y se enrumbe hacia la construcción de una democracia incluyente.
La línea política, de la mano con prácticas y acciones, han evidenciado el carácter ambiguo del modelo propuesto. Por un lado el discurso, y en los hechos un gobierno de carácter asistencialista con clara inclinación desarrollista que funda su esencia en mantener las estructuras del Estado burgués.
Son estas las condiciones sobre las que los movimientos populares han tomado distancia del gobierno, convocando a movilizaciones en las que se exige la radicalización de las políticas del gobierno que conduzcan a implantar una democracia verdaderamente incluyente.
El gobierno tenía ante sí dos altenativas: una, la de profundizar lo cambios, y la otra a de hacer que el proceso devenga en mala copia socialdemócrata. A estas alturas es claro que se ha optado por la segunda alternativa y ha dejado colgados los anhelos de los pueblos del Ecuador por el verdadero cambio.
Es entonces necesaria la organización popular para exigir al Gobierno de AP la radicalización del proceso, caso contrario la oportunidad histórica de lograr el cambio en esta coyuntura se puede truncar y dar paso a episodios de violencia social.

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