No hay cansancio para desnudar a la falsa revolución ciudadana. No puede haber tregua contra la falsa izquierda, lo contrario representaría un error político de las fuerzas y sectores revolucionarios. La necesidad de multiplicar los mensajes y comunicaciones, destinadas a desvirtuar el carácter revolucionario del actual proceso político que vivimos en el Ecuador, es puntal para fortalecer la tendencia popular revolucionaria, por que con esta tarea dejamos sentada, clara y sin confusión, la distancia insalvable entre una socialdemocracia con discurso de izquierda, frente al programa y propuesta de la Revolución Popular Ecuatoriana.
La política del gobierno frente a las organizaciones populares es muestra evidente de esta distancia entre una tecnocracia populista, y los pobres del campo y la ciudad; pues para el gobierno estos siguen siendo sectores de la sociedad a quienes hay que "atender", no con quienes hay que construir democracia y soberanía, no con quienes hay que organizar el poder popular, al fin el carácter de clase de la dirigencia política representa los intereses de la pequeña burguesía que trabaja en la parte de poder entregado por la burguesía.
Así como desnudamos la falsa revolución, tenemos que golpear a la agazapada derecha que aparece como virtual opositora del gobierno; y con fuerza a esos alelados defensores y partidarios del gobierno que afirman que la izquierda que critica el proceso, le hace juego a la derecha; que falta de visión, que poca concordancia con los principios políticos de la izquierda; más parece una ceguera producto de su formación política que no les permite diferenciar la funsión que cumplen los actores políticos en el tablero de ajedrez de la política en nuestro país. Para quienes empujan un verdadero proceso revolucionario, las cosas están claras, sabemos que la derecha con su aparente oposición, que es de forma y no de fondo, dilatan los tiempos con la mirada puesta en sus verdaderos enemigos que son las organizaciones populares, clasistas, de obreros, estudiantes, campesinos, pobres de la ciudad y el campo, mientras juegan a la política desde la Asamblea Nacional, y en las instituciones del Estado en las que mantienen sus cuotas de poder. En resumen, la oligarquía mantiene sus privilegios, mientras aparece como contradictoria del gobierno.
Al Gobierno ya no le basta la maquinaria propagandística para esconder su verdadera estirpe pequeño burguesa. Los cerebros de la comunicación oficial saben muy bien que las masas populares, que apoyaron al inicio la propuesta de Alianza País (AP) lo hicieron desde una postura e ideología libertaria, por ello mantienen en promoción un simbolismo relacionado con una filosofía soberana, revolucionaria. Por ello cada cuando, el gobierno organiza concentraciones a las que asisten cantidad de personas desconectadas ideologicamente de propuesta política alguna, que se reúnen bajo la figura mesiánica del presidente, con fondo de discursos que hablan de soberanía y revolución; pero que luego, en su lugar se dan acciones contrarias.
Eventos, circo barato, cantidad de gente vaciada de principios políticos, banderas verdes que no representan nada, música protesta fuera de contexto, discursos de izquierda, mientras una clase política tecnócrata se enriquece.
De todo esto no queda más que la miseria humana de una clase política mentirosa que se burla de los principios de la revolución, mientras mantienen un sistema que enriquece a la arribista pequeña burguesía.
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