lunes, 19 de julio de 2010

Ecuador:La meritocracia y la mamá de Tarzán


¡júbilo, alegría, parabienes, reconocimientos, felicitaciones...! son las reacciones de los "nuevos elegidos" a cumplir el papel de encomenderos de la burguesía.
Y es que, como si fuera algo digno de reconocer, planteado como todo un acontecimiento, el gobierno a dicho implantar en el Ecuador "la meritocracia", mecanismo, según el cual, los burócratas son personas que por sus méritos llegan a ciertas funciones del gobierno, específicamente del sector público. Meritocracia que, otra vez según sus descubridores, permitiría que las instituciones estatales superen épocas de mediocridad, corrupción, robo directo de los bienes públicos; y que además auguren nuevas visiones políticas y sociales.
Buenas intenciones, la verdad. Hay que reconocer que se han sobrepasado los límites del absurdo en el manejo de cosa pública, convertida en botín apetecido por los que hacen de la política un a profesión pecuniaria, profesión que ha hecho de partera de muchos "nuevos ricos" devenidos luego en zagas de familiares, amigos, enemigos por negocios, que han sido los que han secuestrado el Estado en beneficio particular.
Frente a tal putrefacta realidad, es por inercia que se debería dar un cambio. Primero, justicia...todos los que han lucrado y lucran del bien público a la cárcel, con la consiguiente devolución de lo robado; después aplicación de una nueva realidad en la que los protagonistas sean representantes de la mayorías, gente verdaderamente con sentido de servicio y un alto grado de compromiso social. Después destrucción de todo el marco ilegal burgués fundado sobre lo irracional; todo un proceso que terminaría con la fundación de instituciones realmente públicas con sentido de servicio y calidad técnica y humana.
Supuestamente inspirado en este afán, el gobierno propuso la vigencia de la "meritocracia" es decir un sistema de selección de personal destinado a los más variados espacios públicos, en los que el factor que prime sea justamente los méritos profesionales, de carreta, de estudios, de experiencia etc, factores que determinarían el escogitamiento.
Hasta aquí todo parece dentro de los parámetros normales, e incluso cualquiera diría que es lo mejor, que es lo justo.
Pues no es tan claro como parece. Para entender realmente que busca este mecanismo basta exponer algunas de las demandas de la tan mentada "meritocracia".
Primero: Es indiscutible que cuando de méritos se habla, el factor de medida es cuanto más, cuanto menos, el individuo está adaptado al sistema de valores de la burguesía, es decir, mientras más la persona esté vinculada con la nomenclatura general de sistema, más apto para la función será.
Segundo: La persona con más méritos será aquella que se desenvuelva, como pez en el agua, en las marañas inventadas por la burocracia, tecnicismos estériles; mientras demuestre más capacidad para generar problemas y no soluciones...más mérito.
Tercero: Ha de ser considerada aquella persona prolija en el uso de eufemismos, discursos huecos, capacidad de manipulación por medio del verbo.
Cuarto: Lagarto (con el perdón de tan noble animal), tendrá que poseer mucha ganas de tragar sin moverse mucho.
Quinto: Jacinto, será un nombre que nunca ponga a uno de sus hijos por considerarlo vulgar.
Sexto: Tendrá que tener la habilidad para poder mirar sobre su hombro, a cuenta de que según la función que cumple le da ese derecho.
Séptimo: Tiene que haber logrado un diplomado, una maestría, que le de licencia para no admitir discusiones sobre sus decisiones.
Octavo: Buen gusto en el vestir, que vaya de acuerdo con la moda politiquera...osea bolsillos de doble fondo.
Noveno: Capacidad de fingir maximamente preocupación por los problemas sociales, esto lo hará solamente en público; en privado tiene que ser capaz de sentir fastidio por los pobres.
Décimo: Capacidad de socialización en cócteles, agasajos, paseos, fiestas navideñas, de cumpleaños, ocasiones en la que tiene que dejar a relucir su solidaridad con el despilfarro de los bienes públicos.
Décimo primero: Saber sentirse la mamá de Tarzán en una selva de cemento y luces.
Se podrían señalar muchos más modelos de méritos, pero basta por ahora...¡ah!...uno que me olvidaba (que para el pueblo no es mérito, pero para ellos sí): No tener valor al momento de que el pueblo le juzgue por tantos méritos.


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