sábado, 26 de marzo de 2011

La Hoz y el Martillo...del campo a la ciudad, de la ciudad al campo


América Latina posee la capacidad de asombrar al mundo, cuando de su realidad social de trata; es que América Latina es el espacio donde la lucha de clases, de intereses, es un constante enfrentamiento que involucra el poder político, la democracia, la vida de los pueblos que están al margen de las redes de corrupción capitalista. Este enfrentamiento tiene niveles de fuerza, de acuerdo a la situación concreta; pero la presión contra el poder corporativo del Estado burgués, está siempre presente en la realidad social de los países de América latina.
La fuerza de la resistencia, con la aparición de nuevos contextos, cambia constantemente de protagonista social, sector o movimiento social, que en el momento de coyuntura esté viviendo procesos de crecimiento cualitativo.
Crecimiento cualitativo, necesario tomando en cuenta que la composición social está dada, dentro de una dinámica social, faltando el desarrollo de la capacidad de organización política, ideológica de bastos sectores que son los pilares fundamentales para sostener procesos revolucionarios, sectores que están históricamente llamados a dar curso a los acontecimientos colectivos de cambio.
Cada país tiene una determinada correlación de fuerzas en la lucha de clases a nivel nacional, pero parte de una constante más grande como son la relaciones sociales de producción capitalista reeditadas en toda la región, esto determina que se reediten también los sectores sociales protagonistas de la luchas de resistencia. Campesinos, Indígenas, trabajadores del campo y la ciudad, y los sectores marginales de las grandes ciudades que son el rostro más visibles de la crisis de sistema, son las fuerzas que empujan procesos revolucionarios. Lo ideal es que todos estos sectores articulen, no solamente posiciones políticas comunes, también acciones coordinadas, de esta manera llegar a formar el Frente Popular, que es la expresión más alta de unidad.
El crecimiento de una clase media arribista, nacida y desarrollada en procesos de acumulación nacionales, es el mayor escollo para lograr la unidad de los sectores populares a niveles mayores de los actuales, esta clase social arribista juega el papel contrarevolucionario, cuando para su génesis y desarrollo ha perfeccionado los sistemas de explotación, bajo discursos maquillados de democracia. No se puede contar con esta clase para los procesos de transformación revolucionarios, son uno de los enemigos a combatir, y con más razón cuando aliados a las grandes burguesías nacionales han pasado a controlar grandes franjas de poder público y privado.
La unidad de los sectores del campo y la ciudad en países con presencia de formas semi feudales de producción, con altos índices de hacinamientos urbanos, es necesidad vital para las tareas revolucionarias, unidad que se da en medio de la construcción de conciencia política liberadora compartida desde al campo a la ciudad, y desde la ciudad al campo; la histórica unidad campesina-obrera está vigente en nuestra América.


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