
Lo sucedido con el juicio político al Fiscal General de Nación, es la mejor muestra de que la práctica política a nivel de las instituciones del Estado, está muy lejos de ser la contraparte de lo vivido en décadas de gobiernos burgueses. Muy al contrario, y no es que haya sido necesario este bochorno circense, desde que se puso en funcionamiento el aparataje electorero de Alianza País, ya pudimos advertir la deformada ética política de muchos de los que se sumaron al proyecto de la "revolución ciudadana", muchos de los cuales fueron reciclados de los partidos de la derecha, y en general de las estructuras electoreras de la burguesía, lo que daba motivos suficientes para determinar cómo sería su accionar político, y a que intereses representaban.
Ahora la duda no es duda, es una certeza que la diferentes funciones del Estado, en el Gobierno, Asamblea Nacional, Ministerios, Subsecretarias, y más; la presencia de agentes identificados con la derecha, con la burguesía; hacen de cabeza en la organización, y la oposición a que el proceso no de pasos de profundización de la tendencia hacia las demandas del pueblo que eligió y se manifestó en las urnas por un cambio radical en las prácticas políticas.
Esto da cuenta de que, al parecer, una vez más los pueblos del Ecuador sufren la traición por parte de quienes dicen representarlos, de quienes en sus discursos dijeron estar contrarios al pasado de abuso, corrupción, explotación y mentira al que hemos sido sometidos los ecuatorianos desde épocas de inicios de la república.
Tratando de desbrozar esta realidad, nos encontramos con que quienes fungen actualmente de actores políticos en la coyuntura, se corresponden claramente, sin equívoco, a los intereses de sectores contrarios al anhelo de cambio radical con el que los pueblos del Ecuador comulgan; lo que da piso para afirmar que existe una estrategia que intenta vender un proceso que lleva una etiqueta contraria a su verdadera naturaleza; y por otro lado, un trabajo implícito que ha desnaturalizado la propuesta primera de la llamada "revolución ciudadana".
Lo descrito tiene sus causas estructurales, pues desde la formación del movimiento oficialista se pudo advertir su naturaleza alejada de los sectores populares, si bien algunos de sus fundadores y promotores de sus propuestas, vienen de militancia en movimientos de la izquierda revolucionaria, otros de los procesos de los movimientos sociales, otros más, de las organizaciones populares de base; en la mayoría de los casos se trata de personajes que en su momento renunciaron a la lucha, a sus ideologías, y se sumaron a las filas de desertores que marcharon detrás de corrientes contrarias a la izquierda, que renegaron de los principios y de la posibilidad de la revolución. Esto en los casos de los militantes con alguna tradición y acción revolucionaria e identificada con los principios humanistas de la izquierda; de ahí vamos a los que abiertamente se bajaron del tren de la burguesía, después de que el pueblo les dio el golpe de gracia en las elecciones a los partidos de la oligarquía, que dejaron, por el momento, de hacer funcionar sus máquinas clientelares mal llamadas partidos políticos, para sumarse al tren de la victoria, apuntando sus ambiciones como metas en su nuevo papel en el seno del movimiento AP.
A esta altura de los acontecimientos, las acciones, prácticas, de los "nuevos políticos" en la institucionalidad del Estado, no es más que la continuidad, la herencia de la rancia partidocracia burguesa, que ha encontrado a sus mejores continuadores, en los nuevos dueños de la corrupción, la mentira, los amarres, la troncha; contra las esperanzas de los pueblos del Ecuador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario