sábado, 24 de abril de 2010

El día del libro...y una revolución sin lectores (as)


Con motivo de celebrarse el día del libro, se ha hecho público un dato sobre el nivel de lectura en nuestro país, los resultados son bastante desalentadores: "el ecuatoriano lee medio libro al año", de ser verídico el dato, que por demás está decirlo parece corresponder a una realidad, estamos frente a uno de los mayores conspiradores del cambio, de la revolución.
Antes de decir algo más sobre la carga negativa que representa esta realidad para el objetivo de democratizar las relaciones sociales, que actualmente están viciadas de sinrazones, sería saludable hacer una especie de ruta retrospectiva que nos de luces sobre las razones de tan triste y preocupante realidad.
Y, aunque a muchos les resulte trillado, debemos desnudar el conflicto desde las bases mismas de las relaciones sociales, de las relaciones de poder, del fenómeno político en definitiva. Y encontramos que desde la génesis de nuestra república, la cultura, la educación, la formación del intelecto, del espíritu, fue un privilegio de pocos, frente a las mayorías destinadas a sostener la producción de bienes y servicios para esa élite que era la única con derecho a la educación. Pero tal vez el problema tiene sus causas incluso antes, cuando el conquistador europeo destruyó con violencia, mandó al piso toda una estructura de pensamiento, toda una cosmovisión , una filosofía que hacía parte de los pueblos precolombinos, lo que al fin constituyó una ruptura abrupta de la identidad primigenia de los pueblos de esta parte del mundo, para en su lugar instalar todo un sistema cultural ajeno a los pueblos y a estas tierras; pero, incluso, cuando el conquistador llevó a cabo esta empresa, buscó por todos los medios que los pueblos sometidos no puedan acceder al sistema de conocimientos que, por la imposición, pasaban a ser parte de la realidad dominante, nueva. De esta manera, actuaron con tanta irracionalidad cuando a los pueblos conquistados les arrancaron sus valores culturales, espirituales, para sustituirlos por los suyos, pero, a más de ello, privaron de los mismos a los saqueados; en pocas palabras los desterraron del mundo de la ideas, del mundo del conocimiento, cuando literalmente dejaron de ser parte de la realidad. Lo sucedido, sin embargo, da cuenta de que los pueblos colonizados nunca dejaron de reproducir sus valores, su cultura; hoy 518 años después, los pueblos originarios de América siguen resistiendo a la colonización del capital por medio de sus conocimientos, por medio de sus valores, vigentes hasta ahora.
Con estos antecedentes, la fundación de la república calcó, repitió este comportamiento denigrante contra las mayorías, se instauraron los privilegios de los nuevas clases gobernantes, dejando huérfanos de educación, de cultura, a los pueblos de la ciudad, y en más grado a los del campo. Esto dio pié a que la mayor cantidad de población se desarrolle en medio de la ignorancia, entre la carencia de educación, destinados únicamente a mantener con el trabajo explotador los privilegios de clase de sus verdugos.
Ahora en transcurso del siglo XXI los efectos de esta realidad son al mismo tiempo la causa para que la democracia siga siendo un anhelo, pues el sistema educativo destajado de esta dinámica es tan defectuoso que ha formado agentes sociales educados al amparo de prácticas e ideas que repiten las taras; masas que no son capaces de identificar la importancia de la lectura, del conocimiento, como pilares de la libertad, y en su lugar hemos desarrollado la falsa percepción de que el crecimiento individual y colectivo parte de la acumulación de bienes, parte de saltar y obviar el esfuerzo intelectual.
Mucho se hace promoción de que estamos en un proceso de revolución, creo que simplemente observando la poca capacidad lectora de la población, podemos concluir que nunca llegaremos a construir la nueva sociedad, si es que las presentes, y las nuevas generaciones no somos capaces de entender que el libro y la lectura son armas de liberación.

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