
Al escuchar la palabra revolución se desata en cada uno diferente reacción. Desde aquel que la asocia con un estado de violencia indeseable, hasta quien la relaciona con una necesidad vital. Pero cuando la palabra "revolución" va junta a otra: "Social", las percepciones igualmente adquieren tintes que dependen, no de una posición individual, esta vez van marcadas desde la óptica que imprime la pertenencia a tal o cual clase social. Es desde la posición asumida frente a las relaciones de poder, a las condiciones económicas, culturales, sociales; el punto de partida que tienen las reacciones y acciones frente al tema de la "Revolución Social".
Siguiendo esta relación dialéctica entre pertenencia de clase e ideología, sería fácil preguntarse por qué en Ecuador no de ha dado una revolución social, cuando la mayoría de su población representa a las clases populares, a las clases económicamente, culturalmente, socialmente, marginadas por otras minoritarias que han abusado de su poder, y que se han mantenido desde inicios de la república, después de la falsa independencia, en los espacios de dirección política.
Y las razones son muchas. Lo importante sería entonces contestar la incógnita de por que las fuerzas revolucionarias no hemos concretado las estrategias para provocar el paso arrollador de la historia; historia que reivindique la tarea impostergable de promover y llevar a efecto la Revolución Social.
La configuración social del Ecuador es hermana de la que se muestra en el resto de los países latinoamericanos, como igualmente estamos hermanados por un pasado colonial de explotación, que desembocó en una independencia de papel, que llevó a los pueblos a ser víctimas de nuevos grupos emanados de nuevas relaciones de poder en la naciente sociedad posfeudal. Es este camino paralelo el que hace que sea más que un sueño o una propuesta lírica, la posibilidad de la unidad de los pueblos del sur en la empresa de provocar, a partir de la unidad, el levantamiento de los pueblos contra el orden capitalista y propiciar una Revolución Social que llegue a racionalizar las relaciones sociales en beneficio comunitario. Pero la asimetría se presenta al momento de determinar el desarrollo de conciencia política en cada uno de los pueblos, esto está determinado por la capacidad desarrollada por el movimiento revolucionario y sus organizaciones en su labor diaria de construir los cuadros y las estructuras revolucionarias en concordancia con el desarrollo de la conciencia de clase.
Sobre el desarrollo de la conciencia de clase tenemos que hacer el análisis partiendo de que el trabajo ideológico de la burguesía ha sido efectivo, cuando desde la escuela, los medios de comunicación, la iglesia, y otros mecanismos; sus postulados a favor del mantenimiento de las condiciones de explotación han caldo profundo en las masas, lo que ha resultado en un adoctrinamiento fatal contra los intereses de la revolución. Acompaña a esto el desarrollo de una clase media que ha posado su mirada en el modelo capitalista como la panacea del bienestar individual y social, claro que esto va de la mano de un estado de estupidización de estos sectores, que terminan actuando como seres sin capacidad de diferenciar los contrates sociales, asociándolos discolamente, como todas sus actuaciones.
La situación, de los de en otro momento protagonistas del espíritu de revolución, los estudiantes, se desprende de lo anterior, un sector que ha llegado a contaminarse a tal grado de la desmovilización y de la inacción en la que se encuentra sumergida, como colofón de la situación que muestra hasta que punto la idea de estatus y bienestar vendida por el capitalismo a anidado en la mente de la juventud.
El trabajo entre la clase obrera tiene su fuerte en las reformas laborales, que terminaron debilitando al movimiento, empujando a una lucha individualizada por el trabajo, en medio del desarrollo de la crisis capitalistas, que ha empujado a los obreros a dejar de lado las banderas, para dedicar su esfuerzo a mantener su trabajo aunque sea en condiciones de explotación.
La debilidad de los partidos de izquierda legales y sus organizaciones afines, que han hipotecado sus principios para ponerse a la retaguardia de la política burguesa de la que esperan coger algunas migajas de poder que desperdicia la clase política oligarca; con esto han demostrado que no esperan sino reformar la democracia burguesa, dejando de lado la tarea de empujar la Revolución Social Popular ecuatoriana.
El escenario y los actores son estos, falta solamente señalar que los tramoyistas, para variar, son los seudorevolucionarios identificados con la "revolución ciudadana" para quienes la función está completa si no se concreta la revolución.
Por todo esto es necesario actuar en dirección a posicionar como un referente cultural, a instalar en las mente y en el corazón de las masas el tema, la real posibilidad y necesidad de la Revolución Social; no como lo hace la escuela adepta al sistema, sino actuando en concordancia con los principios humanistas del socialismo, aplicando las leyes de la dialéctica, y construyendo la conciencia de clase que nos permita que la revolución sea patrimonio del imaginario cultural de los pueblos del Ecuador.
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