domingo, 23 de mayo de 2010

Ecuador-Colombia: Hermandad en la resistencia


Cuando niños, bien adoctrinados nos querían los enemigos de la unidad de nuestros pueblos, es decir quienes han gobernado después de la independencia traicionada; sin excepción de colores o ideologías, todos los gobiernos que han manipulado el poder político tanto en Colombia como en Ecuador. Y ahí estuvimos siendo escolares, con libros que contaban una historia en la que nos hacían enemigos, pues validos de los problemas de límites producto de las ambiciones de las clases aristocráticas, y de militares camuflados en un falso y mentiroso nacionalismo, hicieron el trabajo de hacer que nos miráramos con desconfianza, borrando la verdadera historia que da cuenta de luchas hermanadas, en las que juntos, a lo largo de siglos, compartimos el más claro y profundo anhelo de justicia para con los pueblos víctimas del saqueo colonial y de la violencia implacable ejercida por las oligarquías a lo largo de nuestras historias republicanas.

Ahora viendo en retrospectiva se hace evidente la intención. Primero usurparon las jornadas de liberación contra el poder colonial, después se hicieron con el poder usándolo para marginar, intentando el exterminio total de los pueblos originarios; todo esto con la complicidad del poder de la Iglesia, la cual hizo parte de un sistema educativo y de valores que inculcaban (inculcan) la indiferencia frente a la sistemática manipulación de la realidad por parte de los señores del poder económico-político. Después construyeron toda una institucionalidad en la que solo cabían sus lógicas, sus argumentos, sus tecnicismos burocráticos que pasaron a ser el marco "legal" para llevar a cabo su empresa ligada a los intereses extranjeros, herederos del colonialismo europeo.

Armados hasta más poder ideológicamente y militarmente han llevado a nuestros pueblos hasta el límite de las circunstancias, transformando nuestras patrias en lugares donde la pobreza es lo más grande que podemos mostrar al mundo, convirtiendo nuestras patrias en hermanas distantes, cuando somos producto del mismo parto de la historia de la América Latina milenaria.

Al final sus intenciones se han dado contra el muro inquebrantable de la unidad, no publicitada, de nuestros pueblos, que por siglos se han mantenido unidos en la lucha, en al resistencia contra sus enemigos comunes. Son muchas las gloriosas páginas escritas en unidad, pues esa frontera, herencia de ambiciones militaristas anacrónicas y de intereses contrarios a los pueblos, nunca fue para nosotros más que un motivo para recalcar sobre la irracionalidad burguesa y su incapacidad humana para interpretar la historia y hacer de ella un camino de libertad.

Hoy los pueblos de Ecuador y Colombia, sus organizaciones honestamente revolucionarias, sus líderes populares, la memoria de mujeres y hombres caídos en la lucha; ratifican su unidad, su solidaridad, su internacionalismo; valores políticos que no necesitan estar en las primera planas de los medios de comunicación, pues la unidad en la resistencia contra el poder burgués capitalista es inteligentemente, sin alegorías, sin falsas ponderaciones; se da como el silencio de nuestras sierras, como la paz violenta de nuestras playas agitadas; como el descanso respetuoso de las y los luchadores populares; como las profundas noches de nuestra selva compartida.

Hoy desde Ecuador, estamos pendientes de una nueva "farsa democrática" en la que los hermanos colombianos son llamados a votar sin alternativa de cambio verdadero, un nueva jornada de mentira de la llamada democracia representativa; sabemos que las fuerzas de la resistencia en los campos y en la ciudades llaman a no ser parte de este "teatro", y con más fuerza siguen construyendo la tan anhelada paz con justicia para toda Colombia.

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