Se ha hecho común que se califique de aliados de la derecha a quienes hacen ejercicio de crítica sobre las políticas del gobierno de A.P. , parece ser que los argumentos de los ideólogos del gobierno son limitados para responder adecuadamente la crítica que nace de los sectores de la izquierda, de los sectores que conforman ese gran frente, aunque desarticulado, de organizaciones y sectores que empujan la concreción de cambios sustanciales en la sociedad, orientados ha desbaratar de raíz la institucionalidad burguesa.
El proceso político que vivimos, casa adentro en el Ecuador, no deja de dar sorpresas, a la vez que se presenta contradictorio, ideal para aquellos que buscan esas realidades difíciles de interpretar; esto se desprende de las no pocas sorpresas (contradicciones) en las que navega la llamada "revolución ciudadana", y no es que se trate, o se pretenda que el proceso carezca de errores, cuestión que se considera natural en situación de cambio; por que no se puede negar que existe una línea que divide un antes y un después, tomando como referencia la presencia en la institucionalidad gubernamental la propuesta del ideario de AP.
Mas este antes y después queda desdibujado, por que se expresa en líneas demasiado difusas, se expresa en formas que no aterrizan en fondos concretos, para muestra baste citar lo que acontece en el ámbito de la política pública que refleja un nulo avance de las prácticas oficiales. Ya hemos insistido anteriormente que esto tiene como causa la extracción de clase de los cuadros políticos del movimiento oficial, extracción que deriva en posiciones ideológicas que no se corresponden con un programa de izquierda revolucionario; lo que hace que las línea de acción en los ministerios, secretarías, subsecretarías y demás instituciones gubernamentales, sean de carácter asistencialista, con una manifiesta ausencia, entre los funcionarios, de visión política, de organización, de compromiso con una causa social que abarque el desmantelamiento de la democracia representativa en la que han basado el modelo explotador las burguesías nacionales. Al contrario, es claro el extravío de estos cuadros burocráticos que asumen sus funciones con conductas en las que prima un interés arribista particular, que carece de compromiso con un proceso autenticamente revolucionario de izquierda; muy a pesar su conducta asistencialista sin visión histórica cae en el saco roto de esa atrofia política que es calificada como infantilismo de izquierda.
Los últimos acontecimientos de la política nacional refuerzan esta visión cuando la Asamblea Nacional demuestra día a día su incapacidad por enrumbar su tarea hacia políticas revolucionarias reflejadas en leyes que de verdad rompan con el círculo que se mantiene de relaciones y subordinación de unas clases por otras. Es penoso ver como los cuadros de la revolución ciudadana se invisibilizan y terminan confundiéndose con los de la derecha, en un juego de intereses que no deja duda sobre la involución de la falsa revolución de Alianza País.
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