No hay engaño, el modelo neoliberal sigue con buenos síntomas de vida en nuestro país. Lo contrario, propaganda del actual gobierno, no deja de ser una muletilla usada por los ideólogos de la "revolución ciudadana" para mantener los niveles de apoyo entre las clases más golpeadas por el modelo, que resultan ser la mayoría de la población.
En décadas anteriores el modelo se basó en las recetas de las privatizaciones, la desregularización, apertura de mercados, apertura económica y demás estrategias de saqueo implantadas por las oligarquías nacionales y el capital internacional, con el saldo de aumento de las injusticias sociales.
Ahora en nombre de un supuesto viraje de rumbo, el modelo solamente a transformado o cambiado sus estrategias para mantener los medios de explotación en beneficio de las burguesías nacionales y de los poderes transnacionales. Y esta nueva modalidad se sintetiza en la apropiación de los recursos naturales.
Son las nuevas formas de dominación que han entrado a hacer parte de las prácticas del neoliberalismo, que después de provocar crisis tras crisis en la región, seguidas de la respuesta de los pueblos víctimas de sus políticas económicas y sociales que condujeron a episodios de violencia y convulsión social en el contexto de agudización de las condiciones de vida de millones de seres humanos, lo que determinó que se haga innegable el fracaso de las políticas aplicadas. La crisis sin embargo siempre fue asumida por los pueblos, pues los ideólogos del capitalismo se han encargado de producir maneras para que sus intereses no sufran en estos momentos; es decir el capitalismo produce y reproduce crisis que funcionan como espacios de reacomodo de sus estrategias de saqueo a los pueblos, mientras ponen sobre los hombros de los pobres el precio de estas.
El momento histórico en América Latina determinó que la clase burguesa iniciara un proceso de supuesto ablandamiento de sus criminales recetas económicas, es en este espacio en el que los gobiernos, por presión y lucha de los pueblos, detuvieron procesos privatizadores o simplemente hicieron aparecer como que ya no hacían parte de las políticas de los Estados, en otros casos dejaron de lado las desregularizaciones, y detuvieron las negociaciones de tratados de libre comercio.
Con estas medidas adoptadas hacen creer que han puesto alto al neoliberalismo, intentan aplacar la resistencia de las clases explotadas que por décadas han dado batalla al modelo, al mismo tiempo que intentan ganarse la aceptación entre estos sectores usando un discurso anti-neoliberal.
Pero la verdad resulta lejana de estas predicas oficiales. La verdad es que el modelo sigue vigente, más aún, al parecer más contundente cuando de vulnerar los derechos de los pueblos se trata. Ahora el extractivismo es el arma de los intereses capitalistas nacionales y extranjeros para multiplicar sus ganancias y mantener vivo y con buena salud al capitalismo. Convertir la naturaleza en mercancía no es novedad en la realidad del capital, lo que sí es novedad es que esto se lo haga como una de las políticas económicas principales del capitalismo mundial que designa que países como el nuestro mantengan sus condición de explotadores de materias primas que van a parar en los países centrales del capitalismo o en países emergentes como China e India.
El extractivismo es parte del modelo neoliberal. Cumple dos funciones, a más de otras, proveer de materias primas al capital explotador mundial, y enriquecer a los grupos nacionales vinculados con la actividad.
Por lo que la "larga noche neoliberal" no se ha agotado, continúa.
Sólo terminara cuando la aurora de la verdadera soberanía, la autodeterminación de los pueblos sea resultado de un proceso que lleve nuestros pueblos a construir la verdadera revolución.
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