domingo, 22 de agosto de 2010

¿Violencia apolítica?


Uno de los rostros del capitalismo del siglo XXI, se hace bien definido en la existencia de grandes gettos urbanos, en los que millones de personas representan el nuevo proletariado del mundo.
Aceptando la posibilidad de que se critique esta aseveración, en aras de señalar que inequívocamente es la clase obrera la que cumple el papel de protagonistas de las jornadas de liberación, es necesario conocer criterios sobre nuevas realidades políticas que se van incorporando a los procesos sociales.
Una de estas realidades es la existencia de los gettos señalados, presentes en la totalidad de países de latinoamérica, con características particulares de acuerdo a cada contexto; sin embargo en mayor grado comunes en su naturaleza social.
Lo más representativo que los identifica, es su posición en la escala social capitalista, su papel dentro del modelo, y su aparente posición desclasada, por lo tanto sin conciencia política. Lo que los hechos parecen confirmar, pues sin necesidad de acudir a los estudios sobre estos grupos sociales, es fácil advertir que la población de estas, las otras capitales del capitalismo, es población marcada por una frustración y resentimiento de clase, basada en su victimización, en el contexto de un consumismo que se vende y oferta, usando todo el arsenal de la publicidad, mientras económicamente se cierran la posibilidad para acceder a los bienes de consumo promocionados. Consecuencia es un estado de paranoia en masa, cuyo síntoma más visible es una violencia demencial que ha desbordado en ciertos casos a la naturaleza humana.
Son además grupos humanos cuya conducta es ajena a la participación política, transcurren en un estado de anomia social. Esto es consecuencia intencionada que va de acorde a un plan de robo de conciencias; quizá los ideólogos del sistema no esperaron crear una bomba de tiempo que puede actuar en contra de si mismos.
Las favelas, los suburbios, ciudades miseria, barrios populares que amurallan la modernidad de las ciudades, tarde o temprano tendrán que ser el epicentro de una revolución cultural y política, que les asigne un papel determinante en las jornadas de resistencia contra la democracia burguesa. Transformado las actual violencia delincuencia en violencia organizada, en defensa de sus condiciones de existencia. Tarea en la que debería poner énfasis los gobierno de carácter progresista, si de verdad intentan posicionar la justicia social y la participación política de los excluidos como referente y base de la transformación hacia el socialismo.
La situación actual de violencia que es aprovechada por los medios de comunicación morbosamente, con intención de posicionar esta realidad como algo natural, lo que de ninguna manera escapa a una respuesta apolítica. La violencia delincuencial es respuesta natural a un sistema irracional que por momentos parece alimentar esta realidad. La respuesta por lo tanto no es apolítica cuando sus causas son políticas; lo que sucede es que es una respuesta política manifestada por medio de patologías sociales, las mismas que tienen que ser extirpadas con educación política y militancia en la resistencia anticapitalista.

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