Nadie puede negar el papel político que juega la TV en el desarrollo de la lucha de clases. Ha sido de importancia, para los intereses del capital, el trabajo ideológico realizado por este medio de comunicación, en la consolidación del modelo capitalista como el único camino para las sociedades, que se realizarían sólo cuando mostrasen las características del llamado primer mundo.
Y hacia esta dirección van apuntando todas la miradas políticas y motivaciones sociales, como si por medio de la TV el ideal del capital y sus implicaciones sociales, hubiese calado profundo en la sicología de las masas, creando ejércitos de ciudadanos adoctrinados por medio de métodos ideológicos relacionados con los medios masivos de comunicación.
Esta penetración ideológica parece habérsela salido de control, (la típica imagen del monstruo contra su creador) cuando la decadencia moral del sistema transforma a la TV en la portadora y reproductora de irracionalidad.
Nadie puede poner en duda la abierta desnaturalización de los mensaje audiovisuales, que parecen acelerar una destrucción poco perceptible de los valores de convivencia en sociedad. Todo esto con la licencia que concede un estado de anomia colectiva, cuyo rasgo principal es la aceptación de la irracionalidad como algo natural, a más de como única vía.
En América Latina los grandes medios de comunicación son parte de la riqueza material de grupos de poder económico, que hacen de colchón del poder político. Para nadie es extraño que cuando de elecciones se trata, son estos grupos de poder económico estrechamente ligados con las grandes cadenas de TV, quienes destacan en los aportes a las campañas políticas.
Esta alianza ha permitido la concreción de los planes de la burguesía, y seguirá por el tiempo restante hasta que el pueblo, en desarrollo de la revolución cultural, de nuevo sentido al papel de los medios de comunicación en la nueva sociedad.
Preocupante es el caso concreto de algunas estaciones de TV en manos del Gobierno del Ecuador como resultado de procesos judiciales contra banqueros acusados de ser parte del feriado bancario que significo el robo de ahorros de millones de clientes de la banca privada.
Estos canales de TV deberían haber servido para presentar una propuesta de calidad en programación e información, muy alejada de los modelos y prácticas "comunicativas" que reproducen las miserias creadas por el sistema. Estos canales podrían haber abierto la propuesta de una nueva visión de como hacer TV en medio de las condiciones sociales y culturales de nuestra realidad en el contexto de Latinoamérica.
Hasta ahora, lamentablemente, ha sucedido lo contrario de los deseado por una gran parte de la población, es decir la racionalización en la construcción del mensaje, y el cambio diametral hacia objetivos colectivos. Pues la TV, y en el caso particular de los canales en manos del Estado, es la muestra más palpable del grado de descomposición social que alcanzan nuestras sociedades.
Mientras el trabajo ideológico de la llamada "caja tonta" siga sin ser enfrentado en los hechos, los procesos de cambio tendrán en esta arma del sistema, uno de los retos más importantes a conquistar, cuando por medio de la revolución cultural, la razón vuelva a ser el motor de la comunicación entre los agentes sociales.
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