domingo, 24 de octubre de 2010

Ecuador: ...y vertieron su sangre por ti...


Lento para aprender, es una de mis tantas debilidades. Eso sucedió con la letra de Himno Nacional, pues tarde comprendí el contexto, y cuando lo cantaba en la formación de la primaria, mi mente viajaba a las montañas de la sierra, que a esa hora de la mañana estaban regadas de luz natural, y en segundos estaba en las costas, mientras parecía respirar el aire perfumado de la selva. Una grata sensación de pertenencia me invadía, más adelante la indignación, y el asombro de la inexpresividad de los niños y jóvenes al cantar.
El contacto con la historia en desarrollo da las herramientas para profundizar sobre los hechos y su naturaleza, para dar luz sobre las causas y motivos para hacer de la explotación y la resistencia el camino que nos trae hasta el presente siglo. Siglo XXI en el que prevalece el funcionamiento del sistema que elimina las posibilidades de digna vida a una parte de la humanidad.
La historia en esta parte del mundo ha replicado el dolor de la guerra en el camino de construir un modelo de Estado, guerra en la que el enfrentamiento determina dos bien definidos frentes, el pueblo y del otro lado los usurpadores de las luchas anticolonialistas.
Algunos argumentarán la indefinición del término "pueblo" de seguro son quienes confunden las causas que lo identifican, su naturaleza, sus filosofías, sus conocimientos; confundiendo con su corta visión, y peor aún manipulando sus necesidad con fines políticos contrarios a sus intereses.
Pero esta aparente confusión va más allá cuando se manifiesta en acciones patrocinadas por poderes enquistados en los altos niveles de la economía y la política, que condenan pontificando la modernidad.
Con esta estrategia la burguesía maneja los símbolos creados a su medida, un falso patriotismo que sugiere un patria vaciada del componente humano, una patria que en símbolos desborda sentimientos de honor, lealtad, justicia, trabajo; pero en los hechos no es más que otro juego mediático, como una telenovela, una historia que desde niños nos aleja de la vida concreta de la gente de carne y hueso, a la que día a día le roban su trabajo en nombre de una patria en la que sus sueños no caben.
Cuando cantamos la parte del Himno Nacional que dice; " y vertieron su sangre por ti" tendría que temblar la tierra de indignación después de comprobar que la vida y sacrificio de muchos han sido pisoteados por quienes ponen sus ambiciones como motor de una "democracia" que reduce sus virtudes para segmentos particulares de nuestras sociedad. Son los mismos que niegan la continua resistencia de los pueblos que engañados cruzan el umbral del siglo XXI arrastrando las cadenas del neocolonialismo.
Al final jamás comprenderán por que desde el corazón del pueblo, en sus acciones en toda la América Latina, las sonrisas siguen oponiéndose a la miseria, por que la justa ira vuelve a ser sendero de libertad.

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