sábado, 16 de octubre de 2010

El Poder Popular...única garantía de revolución


Ecuador un país de contrastes, es un jucio que se repite en algunos espacios de debate. Es un país de contrastes, por lo tanto interesante. Los contrastes son visibles en varios fenómenos, que van desde los naturales, hasta los sociales y políticos. Es en este último rubro donde los contrastes hacen que nazca el dolor de muchas personas que son parte de nuestra sociedad.
El desequilibrio más visible es la existencia de la pobreza, misma manifestada en muchos aspectos, la pobreza material es solo una parte de la verdadera misera en la que se desarrollan millones de vidas. Quizá la más grave, y reproductora de otras, es la miseria cultural; el hecho de que la realidad se parta en muchas, en las que el ser humano es etiquetado según la realidad en la que actúa, posibilidad concretizada gracias al poder y jerarquía del capital sobre todas las prácticas sociales.
En medio de esta indiscutible realidad, cada persona asume posición, la misma que es la expresión de sus intereses de clase. Entonces el burgués se llenará la boca de buenas intenciones hacia la pobreza, pero al mismo tiempo se llenarán sus cuentas bancarias gracias a la explotación de los trabajadores.
Más allá, la pequeña burguesía se auto proclama revolucionaria de la noche a la mañana, haciendo de escalera el legado de décadas de lucha de los pueblos del Ecuador y sus organizaciones; usurpando símbolos y consignas identificadas con la causa popular revolucionaria; proponiendo modelos conciliadores con los enemigos de la democracia en nombre de una "revolución cívica"
La ambivalencia de la propuesta conlleva a que los sectores de la derecha aprovechen el momento, deslegitimando al Gobierno y al mismo tiempo a la tendencia de izquierda; mientras una evidente desmovilización social hace de marco de una política estéril, que pretende mantener vigente un status quo que beneficia a la burguesía, mientras las conquistas sociales de las clases populares pasan a constituir una especie de complemento en este marco institucional oficial.
Los grupos identificados con el cambio, no acaban de conjugar acciones y propuestas, esto debido al poco desarrollo ideológico, y en otros casos por que sus objetivos, aunque aparezcan identificados, no son los mismos.
Entonces la crítica entre ellos reproduce la pobreza del discurso, lo que deja ver la improvisación de muchos revolucionarios del siglo XXI. No improvisación de sus habilidades burócratas, ni tampoco de su preparación académica, y otras habilidades propias de la tecnocracia; más es una improvisación sobre la identificación con la realidad humana de la pobreza, lo que determina los límites de sus actuaciones.
Una revolución es el resultado de la unidad popular, sin ella todo lo demás no será más que búsqueda de hacer pasar al capitalismo por el confesionario con el fin de lograr el perdón.
La revolución está en marcha, pero no en el sentido de la propaganda oficial; está en marcha en el trabajo y la resistencia de los trabajadores, habitantes del campo y la ciudad, que todos los días dan pasos en dirección de conseguir el poder popular, única garantía de cambio, muy distante de la visión pequeño burguesa de una socialdemocracia que se hace llamar socialismo del siglo XXI.


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