El supuesto desarrollismo al que fue sometido el Estado ecuatoriano allá por la década de los 60, cuando como un perverso designio se paseo por la calles el primer barril de petroleo, que auguraba la oligarquía de la época, era el inicio de la bonanza para el Estado, por lo tanto representaba el inicio de un proceso de crecimiento económico, acompañado de una obra pública necesaria para la nueva estampa que iban adquiriendo las ciudades más grandes del país.
Sus augurios, como no podía ser de otra manera, eran mezquinos, de antemano sabían que para el buen funcionamiento de su propuesta, millones de ciudadanos del campo y la ciudad tenían que perder sus pocas posibilidades dentro del modelo del capital, los pobres tendrían que ser el colchón sobre el cual descargar las crisis que venían acompañadas de la ineficacia y la especulación a todo nivel.
Al final el llamado "boom petrolero" fue solo la concreción del modelo excluyente que pervive hasta la actualidad. Pero en las décadas que siguieron a esta coyuntura, los grupos de poder usaron la estructura legal hecha por ellos mismos a su antojo, para perpetuar con diversos personajes en la presidencia, sus ventajas, en sospechosa legalidad de sus actuaciones. En este proceso se constituyeron los grupos de poder de la burguesía, que con el paso de los años han perfeccionado sus sistemas de explotación contra los trabajadores, asignándose mutuamente los espacios para sus ilegales negocios.
Esto escrito en pocas líneas, es en realidad solo la gran matriz sobre la que se construyó una falsa democracia representativa, que mandó a millones de personas a la pobreza absoluta, los desechados del modelo invadieron las ciudades, cuando los terrateniente usando su propia justicia monopolizaron la tierra, bajo violencia y muerte expulsaron a los verdaderos dueños, que obnubilados por las promesas de la vida urbana, migaron a recoger las migajas regadas por la burguesía.
Preocupados en el crecimiento de sus fortunas, que siempre tuvieron de base la explotación laboral, y en el juego sucio en las cuestiones administrativas, su poquísima inteligencia no fue capaz de medir las consecuencias de tan egoísta proceder, ciegos de poder no sabían la dimensión de la consecuencia.
En esta lógica se puede entender el tema de las invasiones de tierra por parte de miles de familias sin vivienda, víctimas por años de traficantes de tierra, que dentro de la ilegalidad del Estado burgués, han actuado como pez en el agua; formando ciudades de miseria, en las que las familias sobreviven del trabajo informal, al que han sido destinados por el modelo.
Ahora la dimensión del fenómeno social asusta, pues muestra de cuerpo entero la naturaleza perversa dela democracia burguesa, que ha dejado el problema para la crónica roja de los noticieros, mientras estupefactos vemos como el ejército con maquinaria pesada destruye las construcciones humildes de miles de familias arrojadas a la calle con falsas promesas de "re ubicación" por parte del gobierno.
En medio de esta realidad que duele, el gobierno plantea una mal llamada "consulta popular" en la que es evidente la intención de dar una estocada final a las pretensiones del poder tecnócrata pequeño burgués de sentar las bases para convertirse en la nueva burguesía.
El pueblo por su parte ajeno a cuestiones técnicas de una política maquillada, sufre en carne propia la traición de una socialdemocracia con discurso de izquierda.
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