viernes, 27 de abril de 2012

Ecuador: ¿Reforma o Guerra contra la Revolución?

Es difilcil entender para la opinión internacional que el gobierno de Rafael Correa está lejos de representar los intereses de las clases sociales históricamente explotadas por la burguesía comercial, industrial y terrateniente. El simbolismo mediático usado por los asesores de imagen a calado profundo en el imaginario sobre la naturaleza del gobierno de Alianza País (AP) a punto de ser calificado como un gobierno de corte socialista, de izquierda, lo que está muy lejos de la realidad.
Algunos elementos pueden desmitificar esta posición errada, desde la composición misma de la estructura de los cuadros políticos, hasta las estructuras burocráticas, la política económica, una política social clientelar, pasando por un alto grado de corrupción en las actividades públicas. 
Pero el elemento central que desvirtúa esta falacia es la relación con el capital y con el poder corporativo de los grupos económicos que usufructan del trabajo asalariado, dicha relación está cruzada por un colaboracionismo establecido en espacios explícitos manifiestos en categorías como salario, y condiciones de trabajo, a más del mantenimiento y reforzamiento de monopolios en servicios y producción de bienes de consumo que reeditan prácticas monopólicas del capital.
En estas circunstancias, a más de una clara tendencia hacia un estado policial-militar que hace alarde de la fuerza del poder militar como medio de solución de los conflictos sociales, cuando, por ejemplo, se usa las fuerzas de represión para el desalojo de familias que hacen uso de tierras demandando un lugar para vivir, se arma el discurso de la legitimidad de la propiedad, en nombre de la cual destruyen las pocas pertenencias de estas familias, garantizando la propiedad de terratenientes que ostentan estas tierras sin uso social alguno; o la posición asumida frente a las nacionalidades indígenas sobre las que se construye una visión de agentes socilales que presisan ser "rescatados" por el poder, mientras se mantiene la desigual distribución de la tierra, y las comunidades campesinas caminan en medio de condiciones precarias materiales y culturales, olvidadas y oprimidas por un Estado Blanco-Meztizo que mantiene condiciones coloniales violentas.
Los golpes de efecto, el simbolismo hueco que usa discursos de inclusión social, declaraciones sobre soberanía de los pueblos, alineamiento a las políticas de autodeterminación en foros internacionales, son solo eso, golpes de efecto que elaboran una imagen distorcionada en el exterior sobre el proceso político en el Ecuador.
Los reformistas que usan la palabra revolución ejercen la "seguridad ontológica" del sistema, del capital que hace que su práctica política esté en función de la necesidad de convertirse en las nuevas  burguesías para alcanzar el sueño de sus generaciones que buscan esta "seguridad ontológica" que les ofrece el ejercicio del poder público.
Reforma o revolución, Rosa Luxemburgo lo analizó y teorizó, la reforma es una guerra contra la revolución.

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