jueves, 18 de julio de 2013

Desmemoria de la memoria

 El olvido, que es el dimuirgo de la memoria, está en todas las estructuras del sistema humano individual y social. Sabemos de la existencia de muchos típos de memoria: individual, colectiva, pública, política...y relacionamos esos mismos tipos al olvido o también llamado desmemoria.
Por ser procesos construídos socialmente, la memoria y el olvido,  se dan en medio de la disputa en la arena de los grupos humanos, al igual que en plano individual, entonces hay conficto implícito o explícito que tiene su origuen en la misma famila, la escuela, el Estado, estos espacios configurados sobre determinates de distinto orden, como son el contexto, la historia, los protagonistas, lo político.
Son estas últimas, las determinates políticas sobre los que, desde un enfoque marxista,  determinan mucho esas cosntruciones memoria-olvido.
Se parte de la constatación de los procesos de socialización de los niños dentro de un sitema, en estos espacios hay una selección de objetos, personas y sucesos que quedarán en la memoria de los infantes. Y aún más atrás en la relación  familiar el infante va construyendo su regristro de memoria en base a valores pre establecidos por sus padres, que a su vez son el determinante de otros procesos cosntruídos de memoria u ovido en una suerte de selección, según su posición en la estructura gerárquica de la sociedad.
En base a esta constatación, la memoria colectiva es un espacio de construcción en el campo de los intereses de clase, impuestos desde la superestructura del Estado, y de acuerdo a la naturaleza de clase que disponga del aparato istitucional del Estado, las Fuerzas Armadas y policía como parte de esta gran institución.
La memoria colectiva entonces, en todos los casos, parte del resultado de un conflicto de clase, en el que la clase que posee el aparato ideológico del Estado jugará todas sus cartas para que su selección de personas, acontecimientos, lugares, hechos de la historia y más...queden con parte consustancial de de los individuos y de las sociedades sobre las que ostentan poder. 
Demos un paseao por nuestras capitales, ciudades medias y pequeñas  y encontraremos que la memoria pública, los espacios públicos, monumentos hacen gala de evocar tiempos de gloria en unos casos, miltares dede generales hasta el mismo héroe soldado, políticos, presidentes, caudillos, benefactores del pueblo, poetas, curas,  y más representantes de una posición de clase que se vuelve general cuando es construída como memoria colectiva. Si por ahí acaso hay un monumento a un hecho o personaje que esté fuera de los cánones culturales oficiales, será por que ha sido coptado en un proceso de asimilación diriguido otra vez políticamente.
En este sentido la memoria colectiva es parte innherente en la construcción de las identidades. En el caso particular de nuestras naciones en América latina por siglos, desde la colonización, las bases materiales e ideológicas de la memoria colectiva se fundaron como parte constituyente del llamado Estado moderno, que generalizó la existencia de una dimensión cultural, que aunque en aparente diversidad, presenta unidireccionalidad ideológica política. 
Es dentro de esta relación vertical de los procesos de memoria-olvido en los que se promueven construcciones y reconstrucciones de memorias colectivas en varios grupos humanos, que por sus particularidades étnicas y su situación de subordinación frente al poder proyectan acciones de activación de la memoria colectiva echada a la dimensión del olvido en muchos de los casos dentro de una correlacción de intereses políticos, culturales, económicos, en resumen dentro de un conflicto de clase.
El olvido o la desmemoria conducidos desde el poder, entonces se revela como la intencionalidad de llenarlos con escencias de memorias construídas sobre ese olvido, quedando garficamente una memoria cosntruída sobre otras las particularidades culturales, bajo la selección intencional de los hechos, personajes y más después de convertir otras memorias en olvidos.
Los pueblos que se resisten a esta operación manifiestamente violenta, entran en procesos de recuperación en la acción de sus memorias colectivas, procesoso en los que los sentidos, la palabra son los fenómenos más sensibles a ser reconstruídos de acuerdo a situaciónes culturales específicas.
Esta lucha es diaria y difícil, en medio de las condiciones hegemonizantes que persisten como prácticas en nuestos países latinomericanos, en medio de estas condiciones, son permanentes las acciones por desterrar la desmemoria de la memoria.

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