domingo, 30 de junio de 2024

La guerra económica imperialista: La causa de la barbarie

 La violencia, la decadencia de la política, el aumento de la pobreza, el reino de la corrupción, de la impunidad, el crimen como poder de la democracia liberal, todos estos factores y otros, muchos más de factura negativa, no son producto de una guerra entre buenos y malos es entre la democracia y el fascismo; son manifestaciones de un momento histórico de reacomodo de los mercados internacionales, ligados directamente con el continuo deterioro de las economías de los países dependientes de los capitales transnacionales, que son los que condenan a los países de Latinoamérica, y de otras regiones del mundo, al constante crecimiento de la pobreza que a su vez es la causa de los niveles de violencia en las calles de la ciudades.

El reacomodo de la economía mundial en una disputa geopolítica EEUU, China, Rusia, Europa, es un proceso largo y doloroso para millones de humanos habitantes de estas latitudes. La guerra económica imperialista mueve sus piezas sin mirar los efectos en nuestras frágiles democracias, el dinero del crimen organizado a tomado la delantera como soporte de esta genocida economía. Sumado a esto el deterioro cada vez más acelerado de la política como espacio de debate y propuestas, para en su lugar mostrar una práctica arribista que busca escalar posición social y económica a cualquier precio para escalar posición social en la barbarie del capital.
Lo más sintomático de este proceso de crisis del capitalismo, y de la guerra imperialista, es cómo el poder en la frágiles democracias es disputado por grupos a los que nos les importa el destino de las sociedades, sino simplemente el acomodo de su clase social burgués o arribista disfrazada de progresismo. No hay diferencia en la posición política de los diferente particos y movimientos políticos, todos son afines al modelo que ha llevado a nuestros países, a nuestra sociedades al borde del colapso.
EEUU como cabeza de este capitalismo criminal vive momentos decadencia económica, moral, social, que es irradiada a sus neocolonias en situaciones de crisis social, migración, desempleo.
Es triste ver como la gente defiende tal o cual político, sin saber o sabiendo que nada cambiará, mientras el sistema siga reproduciendo el excremento que alimenta su esencia, y lo hace desesperadamente porque la crisis y su degradación son evidentes.

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