lunes, 30 de mayo de 2011

47 Años de enfrentar al poder corrupto


Las FARC nacieron el 27 de mayo de 1964 cuando una gran operación militar intentó , sin éxito, reducir a un puñado de menos de 50 campesinos insurrectos en el caserío de Marquetalia.
La operación buscaba terminar con un foco de enfrentamiento de los campesinos que defendían sus tierras del latifundio, en este contexto los intereses del partido conservador enfrentaban los de los sectores del partido liberal, quienes indistintamente por encima de sus ideologías, ponían a los campesinos en la posición de victimas de la violencia. Ante esto, y como efecto natural del abuso de poder, los campesinos se alzaron en armas contra los poderes que los despojaban de sus tierras; en este proceso la organización y resistencia campesina desembocó en la conformación de un Ejército Popular en el que confluirían miles de hombres y mujeres del campo y la ciudad, que estaban claros en la vía armada como derrotero para hacer respetar su vida, su comunidad, sus formas de organización.
Con el desarrollo, crecimiento, y con la respuesta violenta de las fuerzas oficiales, la organización llegó a niveles de fuerza beligerante que en algún momento de la guerra tuvieron las condiciones para revertir la situación a su favor, más claro, estuvieron en la real posibilidad de lograr la insurrección popular en Colombia, el asalto al poder burgués.
Más las circunstancias de la guerra, el grado de violencia demencial por parte de las fuerzas paramilitares aupadas por el poder, atizaron el conflicto a niveles dolorosos, en los que el militarismo se ha impuesto, frente a la posibilidad de lograr la salida política al conflicto; al parecer no es de interés de los grupos oligárquicos de Colombia, dicha salida costaría mucho para sus intereses. En contraparte todos los gobiernos que han tenido que enfrentar el conflicto con las FARC han desgastado la fórmula militar, negando la evidencia clara que dicta que militarmente las fuerzas beligerantes están lejos de poder ser vencidas.
Las campañas de desprestigio a nivel mundial contra las FARC no son más que armas usadas por sus enemigos en estos ya casi 50 años de confrontación, más por contradictorias caen por su propio peso frente a los ojos de los que pueden atisbar las particularidades del conflicto.
La guerra ha desbordado la violencia irracional por parte de los aparatos de seguridad, el drama humano de la guerra es indescriptible, como lo son las posiciones aferradas al poder, a la impunidad, que son las que mantienen este estado de violencia.
En Colombia hay un poder corrupto que determina las reglas del juego, y hay una fuerza beligerante que le hace frente, mostrando al mundo entero que la guerrilla más antigua del América Latina, está enfrentando la violencia que impide la salida política, que exige cambios profundos que inauguren la democracia en Colombia y en los demás pueblos de América Latina.


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